Teresa Domínguez

 

 

 

 

 

Publicado en Nueva Revolución el 14 de febrero de 2024

 


El descenso de la natalidad es un fenómeno que ha afectado a numerosos países en todo el mundo, y España no es una excepción. De hecho, en este tema somos pioneros. Habría muchas maneras de analizar la tendencia de descenso y sus factores en España, y algunos países de nuestro entorno, que suelen ser coincidentes. Sin embargo habría cierta discrepancias sobre los datos y factores relevantes en otros países del mundo. Y desde luego, hasta hoy, todos los intentos de solventarlo han sido un fracaso.

La tasa de Fecundidad en España ha descendido desde 1980, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta alcanzar una tasa de alrededor de 1,23 hijos por mujer en 2020. A nivel mundial según los datos de las Naciones Unidas dicha tasa ha disminuido de un promedio de 5 hijos por mujer en la década de 1960 a aproximadamente a 2,5 hijos por mujer en la actualidad.

¿Las razones por las que no tenemos hijos?

La situación económica incierta, el desempleo y la inseguridad laboral son factores importantes que influyen en la decisión de tener hijos. En muchos países en vías de desarrollo, la educación, el empleo, el acceso a métodos anticonceptivos y el nivel de desarrollo económico están relacionados con el descenso de la natalidad. En muchos, a medida que las mujeres tienen acceso a más oportunidades educativas y laborales, tienden a posponer la maternidad y tener menos hijos.

El hecho de tener hijos a edades más avanzadas, a consecuencia de la incertidumbre laboral y la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral unido al alto costo de la vida, y los salarios precarios suman, como la dificultad de encontrar vivienda adecuada. El crecimiento de las áreas urbanas también está asociado con el descenso de la natalidad. Las parejas que viven en áreas urbanas tienden a tener menos hijos que aquellas que viven en zonas rurales, debido a factores como el coste de vida más alto y la disponibilidad de servicios de planificación familiar.

La falta de políticas reales efectivas de conciliación laboral y familiar desincentiva la maternidad. La desigualdad. La falta de medios y ayuda a las madres, que son las que, lo queramos o no, movemos «la maquinaria de la natalidad», que parece que los gobiernos no acaban de darse cuenta hasta que les conviene. Las políticas gubernamentales relacionadas con el apoyo a las familias, como permisos parentales remunerados, subsidios por hijos, acceso a servicios de cuidado infantil asequibles y flexibilidad laboral, influyen en las decisiones de las parejas sobre la maternidad y la paternidad, es evidente, pero no son el factor definitivo.

También existe un factor no solo cultural, sino social, de actitud hacia la familia. En algunos países, las parejas están optando por tener menos hijos debido a cambios en las normas culturales y en las expectativas sociales sobre el tamaño de la familia y sobre todo, la mujer no esta dispuesta a asumir el rol tradicional y patriarcal de la maternidad.

Por otro lado surgen otro tipo de familias, o personas, que a cualquier coste, están dispuestas a invertir en la compra de descendencia, a costa de la explotación, como siempre, de mujeres vulnerables, o mujeres que tienen asumido un rol sumiso en este mundo nuestro patriarcal, mientras otras intentamos evitar que esta sociedad neocapitalista convierta el «rearme demográfico», como lo llama Macrón, en un nuevo deber para con la patria, o un mercadeo a través de la explotación de las capacidades reproductivas de las mujeres, al servicio de una industria neocapitalista voraz, desprovista de todo sentido de los derechos humanos, de la ética y la moral.

Es cierto que el descenso de la natalidad tiene importantes implicaciones demográficas, como el envejecimiento de la población y la disminución de la fuerza laboral. Estos efectos pueden tener consecuencias económicas y sociales a largo plazo, no lo dudamos, como pueden ser las presiones sobre los sistemas de pensiones y de salud, los  cambios en las estructuras familiares. Pero tal vez llegó el momento de negociar con quienes somos la parte fundamental e imprescindible en este puzzle, las mujeres, y comprender completamente las causas y consecuencias de este fenómeno global.

Por otro lado, es fundamental tener en cuenta que el descenso de la natalidad del sexo femenino es un fenómeno que se observa en varios países en todo el mundo, y está influenciado por una variedad de factores socioeconómicos, culturales y políticos que ya he dejado bien explicado en artículo como «Misoginia, ginofobia, ginocidio, feminicidio: El genocidio de niñas y mujeres por razón de sexo.

En resumen, el descenso de la natalidad, y en el caso del sexo femenino es un fenómeno complejo que afecta a varios países en todo el mundo y es de una gravedad extrema que ha conseguido revertir la ratio/sexo del mundo, siendo en la actualidad la población mundial masculina un 50’5%, frente a un 49’5% de mujeres.

Pero cuando llegamos a las posibles soluciones, hemos de decir que se ha probado ya en muchos países con escaso éxito. No puedo dejar de mencionar las palabras salidas de la boca del propio Presidente de la República Francesa, que motivaron hace días, el revuelvo entre muchas mujeres, y no solo en las redes sociales. Es verdad que las palabras a veces las carga el diablo, nunca mejor dicho, Macrón usó una metáfora militar, proponiendo «un rearme demográfico» con el fin de combatir la drástica bajada de natalidad en el país vecino, pero siguiendo con el símil militar, las mujeres respondieron con un buen ataque para defenderse:

Ellas reaccionan al REARME DEMOGRÁFICO

Ellos: Rearme demográfico.

Yo: Mi útero

Nuestra respuesta al «rearme demográfico»
deseado por Macrón.
Como parte del rearme demográfico y en vistas del cierre
de las unidades de maternidad, se insta a las mujeres
que den a luz por la nación en casa, pero se las formará para
que corten ellas mismas el cordón umbilical y
se realicen la episiotomía por sí mismas.
En estos momentos, en fase de musculación
de mi herramienta de rearme demográfico.
Del hecho se hicieron eco distintos medios, nacionales e internacionales, incluso a la RTBV belga no se le ocurrió otra cosa que sacar una versión de la Marsellesa, en la que se decía, «Vamos hijos de la patria, os quiero ver a todos copular, el glande elevando, entrando en vuestras compañeras…». O bromas en X del tipo «Reorganización ministerial: Gérard Depardieu es nombrado Ministro de Rearme Demográfico.»
El «rearme demográfico» pronunciado el mes pasado en una conferencia de presentación por Emmanuel Macron, además de fuera de lugar, suscitó un gran debate con una expresión que supuestamente anunciaba una gran política pronatalista. La causa, por supuesto, no era otra que el descenso del número de nacimientos en Francia: con menos de 700.000 recién nacidos en 2023, lo que equivale a 1,68 hijos por mujer.
Ante esta curva descendente, el Presidente francés confirmó, (ya que era un plan ya previsto desde 2021) la llegada de un «gran plan de lucha contra la infertilidad». Es decir, la mejor remuneración de permisos de maternidad y paternidad, subsidios por nacimiento, ayudas económicas, deducciones fiscales, por otro, la vertiente sanitaria, apoyo a la fertilidad masculina y femenina a través de las tecnologías de reproducción asistida, cuidado infantil, tipo guarderías, políticas de flexibilidad laboral a ambos progenitores, licencias laborales, conciliación, o impulsando la «inmigración controlada»…

Fracaso de las políticas

Pero Francia no es ni el primero ni el último país que ha puesto en marcha políticas en este sentido que han sido un fracaso total.  La realidad es que las políticas destinadas a impulsar la natalidad no funcionan. Y llevan al fracaso absoluto. Al menos cuando ese es su objetivo explícito.

Es importante destacar que las políticas destinadas a impulsar la natalidad pueden variar en efectividad según el contexto cultural, económico y social de cada país. Pero volviendo al asunto, de Corea del Sur o Japón, a Polonia, que está en su nivel más bajo de natalidad desde la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que desde 2015, el presidente conservador Andrzej Duda, aumentó las ayudas espectacularmente, con paquetes de medidas que ha ido reforzando con los años, las cifras se obstinan en demostrar que no mejora la situación.

En Taiwán, ante la caída en picado de la natalidad, no han cesado los incentivos desde 2009, de hecho, el multimillonario Terry Gou, que retiró su candidatura a la Presidencia de Taiwán en noviembre de 2023, propuso incluso regalar una mascota a cada pareja que tuviese un hijo.

Las mujeres no necesitamos de planes estratégicos para decirnos cuando y cómo debemos tener hijos. Ni un gobierno que nos marque la agenda biológica. Muchas políticas destinadas a impulsar la natalidad implican costos significativos para el gobierno, es natural, pero mientras tengamos una sociedad patriarcal basada en la desigualdad, en especial en lo que se refiere al concepto de responsabilidad personal, familiar, social y laboral, de los hijos, toda iniciativa está condenada al fracaso. 

La asignación de recursos financieros es insuficiente. Las políticas destinadas a impulsar la natalidad no están abordando los factores fundamentales en la vida de las mujeres, y es la tendencia de la necesidad de abordar una mayor educación en igualdad, su participación en el mundo laboral, la brecha salarial, los cuidados, y su consecuente influencia en la vida familiar, sin que se vean penalizadas por ello. La igualdad es un factor decisivo en la política familiar, social y laboral. Y la natalidad dejaría de ser un problema de estado.

Enfoque integral, igualdad y no sin las mujeres.

Son necesarias políticas efectivas destinadas a impulsar la natalidad que requieran la coordinación entre múltiples agencias gubernamentales y sectores de la sociedad. Y sobre todo, la consideración de la maternidad como un bien preciado y necesario, un cambio de mentalidad general, como lo es, para la continuidad de la humanidad, que en vez de penalizar, gratifique social, económica y laboralmente a la mujer que decida ser madre, si de verdad el estado quiere abordar el problema de la bajada de natalidad CON LAS MUJERES. Porque somos las mujeres, por supuesto las que así lo decidan, las que damos a luz.

En resumen, abordar el descenso de la natalidad es un desafío complejo que requiere un enfoque integral de igualdad y equidad y la consideración de una variedad de factores, que incluye la situación no solo personal sino la general del mundo. Es por ello que muchas de las razones por las que las mujeres que no quieren tener hijos están vinculadas no solo a los temores sobre el estado de su situación personal o laboral,  sino a la situación mundial, y a qué clase de mundo queremos dejar a nuestros hijos e hijas. Se trata de elecciones individuales que van más allá de una política familiar centrada en la natalidad.

Es importante considerar estos desafíos al diseñar e implementar políticas que de verdad se preocupen por el futuro de las niñas y mujeres. Se trata de un cambio absoluto de paradigma. Es fundamental una política que promueva no solo la conciliación entre trabajo y familia, sino que tenga en cuenta a las mujeres, y la reducción de las desigualdades entre congéneres, tanto en el trabajo como en casa, con un mejor reparto de las tareas domésticas, como los cuidados, en particular. Una participación equitativa de las mujeres en la vida social, política, laboral, que mejore las expectativas de vida de las niñas y su futuro sin que se vean penalizadas por sus decisiones sobre la maternidad, y puedan aportar su conocimiento al desarrollo de los países.

Pero mientras los gobiernos, empresas y parte de la sociedad nos traten como personas de segunda clase, o como meras máquina sexuales, o reproductoras, que además usurpa el lugar de los hombres no solo en el mercado laboral, en sus planes pro-natalistas, ya sea por baja natalidad, por productividad, o en el propio negocio de la reproducción asistida, y la explotación reproductiva, todos esos planes de «rearme demográficos» estarán condenados al fracaso y a nuestra determinante negativa y lucha por nuestros derechos. Aunque eso pase por armarnos hasta los dientes. Vous avez compris Mr Macron? O a cualquiera que se le ocurra semejante disparate.

«Rearme demográfico» Hacer el amor y no la guerra (Macron: «y»)

Teresa Domínguez

Cofundadora de Feministas Radicales de España y  creadora de letraescarlata.org