A los hombres también los matan, las alertas máximas y los comités de crisis de las olas de calor.

Publicado en La Voz del Sur 10 de julio de 2025

Publicado en Nueva Revolución Periodismo Alternativo

 

 

 

 

 

Teresa Domínguez es presidenta y cofundadora de AFRA Mujeres, investigadora,  divulgadora feminista y creadora del proyecto letraescarlata.org y Catavinaspodcast

A los hombres también los matan, el mantra.

Se estima que cerca del 95% de los homicidas en todo el mundo son hombres. Esta tendencia se refleja en nuestro país, donde diversos estudios confirman que la mayoría de los delitos violentos son cometidos por varones. Datos.

En el contexto específico de la violencia de género, según el informe sobre víctimas mortales de 2024 del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el perfil del asesino machista en España responde al de un hombre de nacionalidad española (71% de los casos), con una edad media de 49 años y, en más del 70% de los crímenes, mayor que su víctima. Aunque significativamente menos frecuentes, los homicidios cometidos por mujeres presentan características distintivas. Un estudio español sobre la materia concluyó que las mujeres representaban solo el 9,8% del total de los homicidas analizados.

En el contexto global de homicidios, los hombres son tanto las principales víctimas como los principales perpetradores. En el primer trimestre de 2025, España registró un total de 84 homicidios dolosos y asesinatos consumados. ¿El p

Sin embargo, en la violencia de pareja, el homicidio afecta de forma desproporcionada a las mujeres. Se estima que el 47% de los homicidios de mujeres a nivel mundial son cometidos por sus parejas, frente a solo un 6% en el caso de los hombres.

49 feminicidios y otros asesinatos

Durante el primer trimestre de 2025, Andalucía registró un total de 9.831 denuncias por violencia de género, lo que supone un incremento del 5,7% respecto al mismo periodo del año anterior. (47.865 denuncias a nivel estatal, lo que representa un aumento del 4,28% respecto al mismo periodo). Esta cifra sitúa a la comunidad andaluza por encima de la media nacional en cuanto a la tasa de víctimas denunciantes, con 19,5 por cada 10.000 mujeres, frente a las 17,6 del conjunto del Estado. 

Una media diaria de 109 denuncias y 97 víctimas al día. El 73% son españolas. Sin embargo, a pesar del aumento en las denuncias por violencia machista durante el primer trimestre de 2025, se observa una disminución en el número de órdenes de protección concedidas. ¿Por qué? Según fuentes expertas, los juzgados podrían estar aplicando criterios más «estrictos» exigiendo pruebas más contundentes o valorando con mayor cautela el riesgo para la víctima para evitar recursos o responsabilidades disciplinarias.

También el incremento de denuncias genera una mayor carga de trabajo, lo que hace que no se valore adecuadamente cada solicitud. Por otro lado, existe el pánico a represalias, la presión familiar o la dependencia económica que pueden llevar a que las propias mujeres retiren la petición durante el proceso, incluso las denuncias. Lo que debería de ser contemplado de oficio.

Estamos hartas.

«Estamos en alerta máxima», dice la ministra de Igualdad, Ana Redondo, tras la reunión del «comité de crisis» que ha analizado este jueves los últimos 17 asesinatos machistas en España.

Estamos hartas, de comités de crisis, hartas de las «olas de calor», hartas de salir a la calle, hartas de palabras, y que no sirva de nada, de gritar hasta desgarrarnos la voz, de llevar el miedo pegado a la piel, y ver que, por desgracia, nada cambia. Cada día, la misma puñalada.

Las cifras de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, por hombres en general, no solo no descienden, sino que se alzan con una crueldad que hiere en lo más profundo. En 2025, 49 mujeres han sido asesinadas en España hasta julio, 22 «oficiales», cinco en Andalucía, 1.626 desde 2010, y el número sigue creciendo. Cada nombre —Karilena, Susana, Rocío, Mari Carmen, María, Pilar…— es un grito que se pierde en un eco de indiferencia. Y lo que hace este horror aún más insoportable es que los menores, esos niños y niñas que quedan huérfanos, son cada vez más. La violencia machista no solo nos mata a nosotras; destroza infancias, arranca futuros, solo por vengarse de nosotras. Este año, 12 niños y niñas más han sido arrojados a la orfandad. Son 481 desde 2013 a los que la violencia machista les ha robado a sus madres y les ha marcado la vida para siempre con el estigma de ser hijos de un asesino.

Todo sigue igual.

Nos matan, y la sociedad, en su mayor parte, mira hacia otro lado. Somos las nadie. Las denuncias aumentan, los juzgados se llenan, pero los asesinatos no cesan. ¿Dónde está el cambio? ¿Dónde está la acción colectiva que debería sacudirnos? El negacionismo, esa sombra venenosa, se ha instalado hasta en las instituciones, alimentado por discursos que relativizan la violencia y cuestionan la desigualdad. El informe Juventud Española 2024 lo deja claro: una generación, especialmente de varones jóvenes, crece dudando de la gravedad de esta ignominia, influenciada por redes sociales y mensajes que trivializan el dolor y la realidad. Esto no es un accidente; es el resultado de una desidia social y política que permite que el machismo se recicle, se disfrace y se fortalezca.

La moneda está en el gobierno, en los parlamentos. Ellos son los responsables de acabar con esta agónica situación que está acabando con nuestras vidas. Nos están matando cada día, no solo en nuestros hogares, sino con la impunidad de maltratadores, y agresores sexuales que siguen actuando sin consecuencias. En sus manos está hacer esta sociedad más justa para las mujeres.

Puteros mediante

Los políticos cargan con esta responsabilidad. Sus palabras vacías, sus promesas de campaña, sus silencios cómplices cuando el negacionismo gana terreno, todo eso contribuye a que nada cambie. Mientras se debaten en que «no hay consenso» para leyes abolicionistas, o se anuncian protocolos, las mujeres seguimos cayendo. Las mujeres seguimos siendo explotadas. Y el negocio se mantiene generando magníficos dividendos para la industria y para el estado, puteros mediante.

El Sistema Viogen se actualiza, sí, pero no basta. Faltan recursos, preparación, un cambio de mentalidad. No basta con medidas técnicas si la sociedad no despierta, si no se rechaza con furia cada comentario que normaliza la violencia. si no se educa en igualdad desde la cuna, en los espacios educativos, pero la coeducación ha sido secuestrada, como bien titula el libro de Silvia Carrasco (que recomiendo). No bastan gabinetes de crisis vacíos ni minutos de silencio absurdos. Hace falta un cambio radical en las estructuras, mano dura con los perpetradores, agresores sexuales, más prevención, más formación para operadores, más recursos, más coeducación, más protección para las mujeres y un cambio radical político y social que de una vez considere a las mujeres como un fin en sí mismo, no como un medio.

Necesitamos indignarnos de verdad. Necesitamos que cada asesinato y/o agresión, sea un aldabonazo que despierte conciencias, que nos saque de esta parálisis. La lucha no es solo contra los asesinos; es contra la apatía, contra la injusticia y contra un sistema que permite que el contador de la vergüenza, lejos de detenerse, siga sumando víctimas. Porque mientras sigamos aceptando que “esto es lo que hay”, mientras el negacionismo se cuele en los discursos y las instituciones, la violencia machista seguirá siendo una sentencia de muerte para demasiadas. A los políticos: Hagan algo ya. No podemos permitir que la indiferencia gane. Por nosotras, por los menores que quedan atrás, por las que aún pueden salvarse.


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