La mutilación genital femenina: una herida que aún sangra en nuestra sociedad

Teresa Domínguez

 

 

 

 

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Publicado en La Voz del Sur.es 06/02/2025

Co-Presidenta AFRA Mujeres, activista y divulgadora feminista, columnista y creadora del proyecto letraescarlata.org y CatavinasPodcast.

Hoy, 6 de febrero, en el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, quiero compartir una reflexión. Como activista feminista y defensora de los derechos humanos, me resulta inconcebible que, en pleno siglo XXI, millones de niñas y mujeres sigan siendo sometidas a una práctica tan brutal y deshumanizante.

La mutilación genital femenina (MGF) no es solo una violación flagrante de los derechos humanos; es una manifestación atroz de la violencia machista que persiste en diversas culturas y sociedades. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizados en febrero de 2025, la mutilación genital femenina (MGF) afecta a más de 200 millones de mujeres y niñas, sometidas a algún tipo de mutilación genital en 30 países, principalmente en África, Asia y Oriente Medio. Cada año, más de 4 millones de niñas corren el riesgo de ser víctimas de esta práctica, lo que equivale a más de 12.000 niñas cada día.

Pero no pensemos que esta realidad es ajena a nuestro entorno. En España, la amenaza de la MGF también está presente. Se estima que más de 55.000 mujeres y niñas provienen de países donde la ablación es común. Aunque la incidencia ha disminuido, la amenaza persiste. Por ejemplo, en 2024, Médicos del Mundo derivó a 48 mujeres africanas a la unidad especializada en mutilación genital femenina del Departamento de Sanidad de Aragón, donde fueron asistidas por mediadoras interculturales. Asimismo, el Hospital Vinalopó realiza seguimiento a más de 50 mujeres que han sufrido MGF y trabaja en la prevención de esta práctica en menores. Estas cifras nos recuerdan que la MGF no es un problema distante, sino una realidad que afecta a mujeres y niñas en nuestro propio país.

La MGF provoca daños físicos irreparables: hemorragias, infecciones, complicaciones en el parto y, en muchos casos, la muerte. Pero las cicatrices más profundas son las que no se ven. Las secuelas psicológicas, el trauma, la pérdida de autoestima y el dolor emocional acompañan a las víctimas durante toda su vida. Es una práctica que perpetúa la desigualdad de género y niega a las mujeres el control sobre sus propios cuerpos.

Recientemente, en Canarias, se diagnosticaron 72 casos de mujeres que han sufrido MGF en lo que va de año. Se estima que en las islas hay unas 5.000 mujeres que podrían haber sufrido o estar en riesgo de sufrir esta práctica, de ellas 900 son menores de 14 años. Estas cifras son alarmantes y nos obligan a actuar con determinación.

En Andalucía, les también una amenaza que no podemos ignorar. Las provincias de Sevilla, Málaga y Almería concentran el mayor número de menores en riesgo, siendo Nigeria y Senegal los países de origen más comunes de estas prácticas. En la provincia de Cádiz, también se han han detectado casos de MGF, especialmente entre comunidades inmigrantes. Organizaciones locales, provinciales y activistas trabajan para erradicar esta práctica y proporcionar apoyo a las mujeres afectadas

Las provincias de Sevilla, Málaga y Almería concentran el mayor número de menores en riesgo, siendo Nigeria y Senegal los países de origen más comunes de estas prácticas. Es fundamental que las instituciones andaluzas refuercen los mecanismos de prevención, detección y protección para estas niñas. La detección temprana en consultas pediátricas y la creación de un vínculo de confianza con las familias son estrategias clave para abordar este problema sin estigmatizar, pero con el firme propósito de erradicar esta práctica.

La MGF es una violación de los derechos humanos que afecta la integridad y salud de las mujeres y niñas, perpetuando desigualdades de género. Es imperativo que, como sociedad, trabajemos juntos para eliminar esta práctica y proteger a las más vulnerables.

Es imperativo que, como sociedad, redoblemos nuestros esfuerzos para erradicar la mutilación genital femenina. Esto implica no solo la implementación y el cumplimiento de leyes que prohíban esta práctica, sino también la educación y sensibilización de las comunidades donde aún se lleva a cabo. Debemos fortalecer a las mujeres y niñas, ofrecerles protección y apoyo, y trabajar conjuntamente con líderes comunitarios y religiosos para desterrar esta tradición nociva.

La lucha contra la MGF es una lucha por la dignidad, la salud y los derechos de las mujeres y niñas en todo el mundo. No podemos permitir que millones de ellas sigan sufriendo en silencio. Es nuestra responsabilidad colectiva poner fin a esta práctica y garantizar un futuro donde ninguna niña tenga que enfrentar el dolor y la injusticia de la mutilación genital.

No olvidemos que cada cifra representa una vida, una historia, una mujer o una niña que merece vivir sin miedo y con plena dignidad.

Teresa Domínguez

«No seré una mujer libre mientras haya mujeres sometidas». Audre Lorde

 

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