Hace unos días Leticia Dolera volvía a colgar un vídeo imprescindible en las redes, un vídeo que llevo un año difundiendo difundiendo sin parar por su contenido. «Negociar sexo por vida». Un TEDTalk de Inés Hercovich, socióloga y psicóloga social e investigadora en temas relacionados con las diferentes formas de discriminación de la mujer. Inés es pionera en estudios sobre la violencia sexual contra las mujeres, en 1990 fundó el primer servicio de asistencia a víctimas de agresiones sexuales en Argentina.
¿Por qué la mayoría de las mujeres que sufren agresiones sexuales no lo cuentan? ¿En qué consiste una agresión sexual en nuestra imaginación y en la realidad? ¿Por qué nos cuesta creer a las víctimas de violación? En una charla muy conmovedora, que dejo al final de esta columna, Inés Hercovich cuenta lo que aprendió en sus investigaciones y ofrece una visión del ataque sexual que nos puede cambiar radicalmente cómo lo percibimos. La pasiva desesperación, el intento de amablemente conciliar la situación, el sentirse atrapadas; y lo que pasaron después: la incomodidad de todas las personas a las que necesitaron contarles lo que les pasó, la vergüenza de sentir que de alguna forma fue su culpa, la humillación de tener que verse en la situación de negociar sexo por vida.
Según Inés Hercovich, por un lado nos enfrentamos a la creencia generalizada de que dichos hechos no ocurren, y cuando ocurren solo le suceden a «un tipo de mujeres» o de determinadas clases sociales. Es verdad que la reacción emocional inmediata es de horror y rechazo global de la situación, condena moral al violador y compasión por la víctima, sin embargo, esta reacción es seguida por una trivialización de la violencia que apacigua el horror inicial y la consecuente culpabilizacion de la victima y dilución de la responsabilidad del atacante.
Inés Hercovich manifiesta que según este conjunto de significaciones compartidas, la mujer auténticamente violada siente vergüenza y calla. Si habla, su versión será siempre sospechosa.
«Este prejuicio se corrobora ya que las denuncias además de ser escasas, son retiradas, lo cual termina comprobando que son producto de despecho o venganza de mujeres celosas más que de una violación real.»
El porno y la violencia
La doble moral patriarcal, prescribe conductas y valores diferentes para cada género, enalteciendo los masculinos. Trivializa las manifestaciones de violencia y los vínculos violentos eróticos, el encuentro sexual violento es considerado normal.
Además, la violencia sexual para ser considerada auténtica, exige que la víctima presente huellas de resistencia. (Cosa que no sucede en ningún otro delito). Esta imagen no coincide con las mujeres que sobreviven estos ataques y que optan por convertir la siniestra opción sexo o muerte por la transacción sexo por vida. Sic
Vivimos en una sociedad en el que hombres y mujeres son víctimas de un sistema que los convierte en violadores irremediables y víctimas esenciales. Y este sistema está sostenido por médicos, psicólogos y asistentes sociales. La violación es desexualizada y reducida a mera violencia condenando las conductas del violador como marginales. En relación con el instinto sexual «irrefrenable», (del que les ha dado a algunos «expertos» por suscribir ciertas teorías biologistas), compulsivo, automático que caracteriza la sexualidad de los hombres en general y de los violadores en particular, las estadísticas indican que el 80% de las violaciones son planificadas y con ella el silencio de las victimas. La existencia de un vínculo previo con el atacante agrava las consecuencias del hecho: obstaculiza la denuncia por la probabilidad de venganza; reduce la posibilidad de identificar el ataque como una violación ya que se dificulta dar crédito a la percepción y la capacidad de comprensión. Explica la experta.
Para deconstruir el efecto de silencio es necesario conocer y analizar los hechos y los discursos generados y mantenidos en un estado de ceguera social absoluta.
¿Y como llegamos a este discurso que desresponzabiliza al hombre justificando la violencia sexual en la naturaleza provocadora y activa de la mujer, negando la violación? Se pregunta la socióloga. En la erotización de la violencia, en el dominio como sumun del placer, y en la lógica masculina y patriarcal que niega la existencia de la violación sexual, ya que supone que existe un poder igual para ambos sexos, donde ella «acepta» lo que sucede. Por lo tanto «disfruta» aunque no haya consentido proactivamente. Solo sí es sí.
Además, según Inés Hercovich, jueces, fiscales y abogados penalistas son los portavoces de las versiones culpabilizadoras.
Entienden la violación sexual como el resultado de la imposición de una voluntad sobre otra, garantizada mediante marcas corporales de resistencia. De lo contrario, se cuestionarán las verdaderas intenciones de las víctimas.
La mentalidad patriarcal sigue siendo la ecuación: Mujer erotizada-seductora provoca y seduce y se somete para someterlos. Es decir, en el juego de la seducción, la provocación, se ofrece, luego se niega y cede dónde el hombre (en el caso de La Manada un grupo de hombres, da lo mismo que haya mensajes y vídeos que prueben que iban a la caza) «acepta» en respuesta a la incitación femenina. Además se considera a las mujeres como seres violables, que en condición de víctimas no tienen dominio sobre sus actos, se paralizan, y son presas del miedo, impotencia.
Dice Inés Hercovich que introducir los miedos en la escena es la clave. Debemos entender que es necesario romper el discurso, agregar significados, romper condicionamientos, dejar de mirar y analizar a la víctima y empezar a mirar hacia el violador. La mujer se revelaría como un sujeto que resiste y lucha, y para quien dejarse violar no sería una entrega total, sino un rendirse calculado en función de salvar la vida y preservar la integridad física, psíquica y ética. Es necesario romper con la lógica patriarcal.
«La ausencia de reconocimiento legal de que las relaciones sexuales sin consentimiento constituyen violación fomenta la idea de que recae en nosotras como mujeres la responsabilidad de protegernos de la violación.»
La ley islandesa ha pasado de pedirle a una superviviente de violación «¿Dijiste que no?» A preguntarle a un presunto violador «¿Dijo que sí?»
Instrumento de ratificación del Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica, hecho en Estambul el 11 de mayo de 2011. «BOE» núm.137, de 6 de junio de 2014, páginas 42946 a 42976 (31 págs.) Ratificado por España.
👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼