Sin embargo, las evidencias que contradicen esta visión tradicional siguen apareciendo y publicándose. En marzo de 2023, a finales de ese año y en estudios más recientes, se han revelado numerosos descubrimientos. por ejemplo, el hallazgo del enterramiento de una cazadora de 9.000 años de antigüedad en las montañas de los Andes de América del Sur acompañada de múltiples herramientas de caza mayor, es decir, de caza de presas grandes, una actividad generalmente asociada a los hombres por el simple hecho de ser hombres. El descubrimiento se detalla en una nueva investigación dirigida por la Universidad de California en Davis que se publica esta semana en la revistaScience Advances bajo el título «Female Hunters of the Early Americas.» «Cazadoras de las primeras Américas».
Según cuenta Víctor A. Pérez Guzmán, eminente biólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, basado en estos recientes estudios y el libro de Abigail Anderson, (2023). The Myth of Man the Hunter: Women’s contribution to the hunt across ethnographic contexts: «El mito del hombre cazador: La contribución de las mujeres a la caza en distintos contextos etnográficos», para comprobar si este enterramiento era una excepción, los investigadores examinaron los registros de yacimientos del Pleistoceno tardío y del Holoceno temprano en América del Norte y del Sur. De los 27 individuos asociados con caza mayor, 11 eran mujeres y 15 hombres. Este hallazgo pone en evidencia las teorías de que la caza mayor era exclusivamente realizada por los hombres.
Un nuevo estudio de la Universidad de Seattle, a finales del 2023, analizó los patrones de caza en 63 sociedades alrededor del mundo. Los resultados fueron sorprendentes: en 50 de estas sociedades (79%) se documentó la participación activa de mujeres en la caza. De estas, 36 describieron la caza como una actividad intencional por parte de las mujeres, mientras que solo 5 lo hicieron de manera eventual. En las sociedades donde la caza era la principal fuente de sustento, las mujeres participaban el 100% del tiempo, datos científicos recopilados durante los últimos cien años, concluyen que un tercio de estas sociedades, se constató que las mujeres cazaban grandes presas.
Sorprendentemente, en muchas de estas sociedades, las mujeres incluso cazaban junto a sus hijos. Estos datos invitan a una reflexión crítica sobre los relatos de los supuestos roles culturalmente asignados al «sexo débil», un sesgo que ha influido negativamente en la realidad que vivieron sociedades prehistóricas. De hecho, un sesgo que también se refleja en los argumentos y relatos sobre sociedades vikingas, dónde también se asumía que la actividad era realizada principalmente por hombres. Si se encontraban restos humanos, enterrados junto a armas o herramientas consideradas «masculinas», se afirmaba que dichos restos eran de «un hombre» sin más pruebas.
No es hasta que la ciencia ha permitido los análisis de ADN, que no se han rebatido estas teorías. Basadas más en una concepción estereotipada, que en la ciencia. El hecho es que se ha demostrado que muchas de las tumbas descubiertas supuestamente de hombres, pertenecían a mujeres. Hasta la década de 1980, que se pudo determinar el sexo real de los fósiles y descubrir que, en muchos casos se trataba de una mujer. Así, el “hombre de Menton”, descubierto en 1872 rodeado de ofrendas, fue rebautizado como “la Dama del Cavillón” tras un análisis de ADN en 2016. (lemondetv).
«Mujer Sentada», antigüedad: 7 000 años, descubierta en los pantanos y bosques del actual sur de Suecia. Foto del Museo de Trelleborg Suecia (noviembre 2019). Esta mujer fue enterrada erguida, en la cintura llevaba un cinturón fabricado con más de 100 dientes de animales y un gran colgante de pizarra en el cuello.
Seguramente conozcan a Naru, la protagonista de la película «Prey» (2022). Naru, es un claro ejemplo de lo que estamos contando. A pesar de tener las habilidades y fuerza necesarias para la caza, fue rechazada por su hermano y otros varones de su tribu, quienes en la película dejan claro que su actividad debía limitarse al hogar por ser mujer. Esto nos lleva a cuestionar las narrativas que siguen perpetuándose, incluso en películas recientes. Como si Naru fuese una simple excepción. El significado comanche del nombre de Naru es «Pelea». De hecho, en los guiones el personaje originalmente era Kee, que significa ‘no’. Y fue cambiado gracias a la protagonista, Amber Midthunder, después de leer el guion y saber que ella era una luchadora, que batalla por su derecho a cazar.
Las evidencias de las pruebas científicas vienen a desmontar el gran castillo de naipes de la masculinidad, de los relatos históricos, de los «roles asignados», y de las interpretaciones sesgadas de estos hechos. Las mujeres no solo participaban en la caza, sino que también desempeñaban un papel crucial en la supervivencia de sus comunidades.
Durante siglos las mujeres, por ley, no tenían derecho a ser autónomas e independiente de los hombres, aún hoy no lo son en ciertos lugares del mundo. Si en cualquier momento la mujer no ha podido ser libre de ser y actuar, ha sido a causa del sistema patriarcal convenientemente instaurado por los hombres. «La parte de la historia que no se ha contado, es la de que los varones han dependido de las mujeres hasta un punto incomparable». Es la doble verdad de la que nos habla la filósofa y activista, Ana de Miguel. Al reexaminar nuestra historia con una mirada crítica, podemos explicar y comenzar a desmantelar los estereotipos de género que han persistido durante siglos.
Quizás aún más significativo es que, en las sociedades donde la caza era considerada la principal fuente de alimentación, las mujeres participaban sistemáticamente, fueran madres o no, y a veces incluso llevaban a sus hijos con ellas. Para poder cazar, y ayudar a sus comunidades, las mujeres regulaban los nacimientos teniendo menos hijos e hijas. En las sociedades donde la caza era la principal fuente de alimento, las mujeres participaban sistemáticamente, independientemente de su condición de madres, de hecho, esto sugiere un enfoque comunitario y colaborativo hacia la caza y la crianza.
Al reconocer el papel activo de las mujeres en la caza, comenzamos a reescribir una parte crucial de nuestro pasado. Todo esto nos invita a reflexionar sobre las dinámicas de los roles de género en la actualidad. Nos recuerda que los estereotipos de género son construcciones sociales que pueden limitan nuestras percepciones sobre las capacidades de hombres y mujeres.
Teresa Domínguez
Teresa Domínguez es Co-Presidenta de AFRA Mujeres, activista, divulgadora feminista y creadora de letraescarlata.org y CatavinasPodcast.
«No seré una mujer libre mientras haya mujeres sometidas»
Referencias:
- Abigail Anderson, et al. 2023. The Myth of Man the Hunter: Women’s contribution to the hunt across ethnographic contexts. PLoS ONE 18(6): e0287101. DOI: 10.1371/journal.pone.0287101
- https://www.muyinteresante.com.mx/autores/victor-angel-perez-guzman/
- https://information.tv5monde.com/terriennes/femmes-de-la-prehistoire-elles-chassaient-en-equipe-2652377
- Ética para Celia, Ana de Miguel.