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A pesar del uso habitual de la palabra #Feminazi como insulto a las activistas feministas, la sociedad alemana era realmente patriarcal, desde el punto de vista general y desde el punto de vista del régimen, las mujeres, tanto judías como no judías, fueron víctimas permanentes de la política nazi. De hecho, los nazis tuvieron un campo especialmente dedicado a las mujeres, el de Ravensbrück, situado a 90 kilómetros de Berlín donde llegaron a ser recluidas 150.000 mujeres, entre ellas miembros de la resistencia, comunistas, mujeres forzadas a la prostitución, académicas, feministas, miembros de la comunidad romaní y el pueblo gitano, judías, la mayoría polacas, lesbianas y otras mujeres que no se ajustaban a los ideales nazis de femineidad.*
Ravensbrück inmates waiting release in 1945. Photo by Keystone-France/Gamma-Keystone via Getty Images
Allí tuvieron lugar experimentos aberrantes con embarazos, capacidad reproductiva, ensayos de esterilización dirigidos especialmente contra las 70 judías polacas. Se les inoculaban enfermedades venéreas para estudiar sus efectos, se les hacía perder la menstruación y se les alteraba el sistema hormonal. Allí asesinaron a 50.000 mujeres, a una media de 80 diarias, las judías fueron deportadas a Auschwitz en el verano de 1942. Y fueron «las nadie» de la época, ninguneadas al quedar en la Alemania del este, por callar la violencia sexual, ninguneadas por la historia al ser simplemente mujeres.
También fue lugar clave de entrenamiento para miles de mujeres de la guardia nazi, conocidas como Aufseherinnen. Una vez entrenadas en el «arte» del abuso verbal y psicológico, hasta cómo golpear y latigar a las prisioneras, eran destinadas a campos repartidos por todo el Reich. «Ravensbrück, el campo de concentración para mujeres del que nadie quería hablar» por Héctor G.Barnés (Brutal).*
A pesar de la «moral cristiana» que impregnaba el nazismo, muchos burdeles fueron establecidos a través de toda la Europa ocupada por Alemania y eran de uso exclusivo de los soldados de la SS y de las fuerzas armadas de los Nazis. Al menos 34 mil mujeres alrededor de toda Europa fueron forzadas a servir como prostitutas. Mujeres que terminaban en Ravensbrück.
Los nazis evidentemente se oponían también al movimiento feminista de la época, de hecho, Adolf Hitler los desmanteló todos, encerró a activistas y algunos los convirtió en la Liga Femenina Nacionalsocialista BDM o la Liga de chicas alemanas, la versión femenina de las Juventudes Hitlerianas, que promovía la maternidad y las labores domésticas.
En ella se ofrecían cursos sobre crianza de los hijos, coser y cocinar. Se las animaba a dejar de trabajar y a dedicarse a formar familia y a procrear. Y por ello eran premiadas con la Cruz de Honor de la Madre Alemana. Por dar a luz a cuatro hijos (cobre), a seis hijos (plata) y a ocho o más hijos (oro).
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Revista femenina Frauen Warte vía Wikimedia.
Algunas mujeres se negaron a unirse a la Liga de las chicas alemana, una de ellas fue Margaret Woëlk, que nació en Wilmersdorf el 27 de diciembre de 1917, por lo tanto este año cumple 100 años y es la única que permanece viva de las 15 mujeres que estuvieron al servicio de Adolf Hitler como probadora de alimento.
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Image: Eyevine / Getty
Su propio padre había sido condenado por negarse a unirse al Partido Nazi. Se casó y trabajó como secretaria pero tuvo que dejar su apartamento bombardeado en el invierno de 1941, con el fin de trasladarse temporalmente a la casa de su suegra en la aldea de Prusia Oriental de Gross-Partsch, ahora Parcz, Polonia. Su marido estaba en la guerra, llevaba dos años sin saber de él.
A menos de tres kilómetros de distancia estaba la Wolfsschanze (Guarida del Lobo), el primer cuartel militar del Frente Oriental de Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial.
Tras los rumores de que los aliados pretendían envenenar a Hitler, ella y otras 14 mujeres jóvenes fueron seleccionadas por el alcalde y llevadas al cuartel en Krausendorf donde los cocineros preparaban la comida.
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A Wöelk la recogían en un autobús todos los días de la residencia de su suegra. La cata se llevaba a cabo de 11 a 12 en punto. Los platos se disponían en una habitación sobre una gran mesa de madera. Platos con verduras, salsas, fideos y frutas exóticas, donde era catada. No consumía ni carne ni pescado (en público) por problemas de salud “Franz-Olivier Giesbert publica ‘Un animal es una persona’ (Alfaguara) en el que desmonta el mito del vegetarianismo de Hitler»*, tomaba en su mayoría, productos frescos. Tampoco permitía ni cigarrillos ni alcohol. Siempre transcurría una hora al menos antes de servir, con el fin de comprobar los posibles efectos sobre la mujer.
Después de la conspiración fallida del 20 de julio del coronel Claus von Stauffenberg en la Guarida del Lobo para asesinar a Adolf Hitler y sacar al Partido Nazi del poder, las  degustadoras de comida ya no pudieron quedarse. Fueron trasladadas a una escuela vacía en las proximidades, dónde fueron encerradas y violadas.
En 1944, cuando el Ejército Rojo soviético estaba a pocos kilómetros de alcanzar la Guarida del Lobo, un oficial la ayudó a escapar y la subió en un tren a Berlín, el «tren de Goebbels”. Cuando Wöelk regresó, cayó en manos del ejército soviético después del final de la Batalla de Berlín. Durante dos semanas, la violaron repetidamente, infligiéndoles tales lesiones que nunca pudo tener hijos. En 1946, se reunió con su esposo Karl; y aunque marcado por años de guerra y encarcelamiento, el matrimonio vivió felizmente juntos hasta su muerte en 1980.
Cuando terminó la guerra volvió a encontrarse con el oficial nuevamente, y él le dijo que las otras 14 catadoras de comida habían sido asesinadas por soldados soviéticos. Wöelk nunca habló de lo que sucedió en Gross-Partsch; no fue hasta diciembre de 2012, cumpliendo 95 años, cuando un periodista del Berliner Zeitung le hizo una visita y comenzó a hacer preguntas, cuando habló sobre lo que ella llama los peores años de su vida.
Margot cuenta cómo lloraba con alivio al sobrevivir después de cada comida, ella fue la última de la «brigada de veneno».
Fuentes:
Destylou-historiaCulturaColectiva, Berliner Zeitung, Claire Cohen The Telegraph, Héctor G.Barnés, la enciclopedia del Holocausto, y el libro “Mi Lucha”
*Gracias a

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