Teresa Domínguez


Imprescindible leer Relativismo moral como complemento sobre la explotación reproductiva en Nigeria

Cuando se cierran unos mercados se abren otros. La explotación reproductiva es un negocio multimillonario que convierte a los bebés en mercancía a través de contrato Dichos contratos son de obligado cumplimiento y presentan abuso en forma de comercio de bebés y explotación emocional y financiera de las madres. En Nigeria no existen leyes que permitan los vientres de alquiler, la industria, opera libremente y el negocio se alimenta de la vulnerabilidad de las mujeres que son objeto de explotación reproductiva como en tantos otros países. 

Los vientres de alquiler son un negocio de incalculable valor, que mueven más de 6.000 millones de dólares anuales, con una proyección de crecimiento superior al 6% anual. Un negocio multi-millonario que convierte a los bebés en «objetos comerciales». Como explico en mi columna «Turistas biológicas y turismo de reproducción» se trata de una industria fructífera que fomenta no solo el consumo nacional sino el turismo reproductivo. La falta de regulación internacional (e incluso nacional) que prohiba esta práctica, implica el fraude de ley, la explotación y la trata transnacional. 

Baste recordar que en 2019 la policía de Nigeria liberó a 19 mujeres y niñas (entre 15 y 28 años, embarazadas y 4 niños víctimas de trata en Lagos. Los bebés varones se vendían a 1.100€, las niñas a unos 800€. «Algunas de ellas fueron engañadas con la promesa de obtener un empleo como personal doméstico en Lagos. Pero terminaron secuestradas y violadas con el fin de dejarlas embarazadas y vender los bebés a compradores potenciales».

O el caso de la joven madre llamada Ada, otra joven Nigeriana «voluntaria» que se ofreció como vientre de alquiler porque el propietario de su apartamento la iba a echar a ella y a su familia. Le pagaron 5500$ por unos gemelos. Y como ser madre de alquiler es un estigma en este país, le contó a sus familiares cercanos que los bebés murieron al dar a luz.

En Nigeria no se respetan los derechos elementales de mujeres y menores. No hay leyes que prohiban los vientres de alquiler, tampoco está regulado, el mercado opera solo, el coste de un bebé ronda los 30.000$, la madre se lleva unos 5.000$ en el mejor de los casos

A pesar de todo ello, el negocio ha seguido creciendo. Estos bebés nacidos en el mes de octubre de 2020, en plena pandemia por covid_19 muestra que el neoliberalismo no tiene fronteras y deja patente una industria sin escrúpulos.

Nigeria, donde el aborto está criminalizado y solo está permitido en caso de que peligre la vida de la madre, y el índice de matrimonio infantil es de un 44%. La mayoría de las madres son muy jóvenes. En Nigeria, según el Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) que por desgracia acaba de anunciar la suspensión de la sesión programada para el último trimestre de 2019 debido a recortes de gastos y déficit presupuestal, los datos sobre las diferentes formas de violencia de género son alarmantes. Un 16% sufre violencia física y/o sexual a lo largo de toda su vida. También sufren violencia machista por parte de hombres que no son familiares, un 2%. La mutilación genital  femenina según datos oficiales se practica al 18% de la población femenina. Y ocupan el puesto 118 en el ranking de brecha de género.

Con respecto a los vientres de alquiler, existe un vacío legal absoluto. No hay leyes que prohiban esta práctica, tampoco está regulado, de manera que el mercado opera solo y a un coste muy inferior a otros destinos y aunque existen compradores residentes y nacionales económicamente pudientes, Europa es el principal proveedor de cliente de este país.

En Nigeria mueren 814 mujeres por complicaciones (evitables) relacionadas con el embarazo y parto, cada 100.000 nacidos vivos según el Banco Mundial. (España 5). Para 2030, la agenda de objetivos y metas de Desarrollo Sostenible exige que los países deben reducir su tasa de mortalidad maternal a dos tercios de la de 2020. Reducir la tasa a menos de 70 por 100,000 nacidos vivos. Y que ningún país tenga ratios de mortalidad materna por encima de 140 muertes por cada 100.000 nacimientos. Una mujer en África tiene 175 veces  más probabilidades de morir durante el parto que una mujer en un país desarrollado que invierte en políticas de salud.

 

Como explicaba en mi artículo maternidad y violacion de derechos humanos el embarazo y parto son acontecimientos que la mayoría de las personas piensan natural,  seguro y muy feliz. Pero es evidente que dependiendo del punto del mundo en el que hayas nacido, se convierte en un proceso vital con muchos riesgos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 830 mujeres y niñas mueren de complicaciones durante el embarazo y parto cada día, más de 300.000 al año y es la segunda causa principal de muerte entre las niñas de 15 a 19 años en todo el mundo.Según la Tasa de cada país en Indexmundi. Nigeria tiene una tasa  de mortalidad materna de 917 muertes por 100.000 niños nacidos vivos (2017 est.)

En la reunión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en septiembre de 2018, en Nueva York, los objetivos de «Desarrollo Sostenible» relacionados con la salud materna y neonatal ocuparon un lugar destacado en la agenda: garantizar que todas las mujeres en todo el mundo tengan acceso a cesáreas si son necesarias. Y como objetivo global, se propone, reducir la tasa de mortalidad materna a menos de 70 por 100,000 nacidos vivos. Una tasa elevadísima teniendo en cuenta la media de países desarrollados. (España 4/100.000 est. 2017)

Para 2030 como digo, la agenda exige que los países deben reducir su tasa de mortalidad maternal a dos tercios de la de 2020 y reducir la cifra de mortalidad a menos de 70 por 100.000 nacidos vivos. Y que ningún país tenga ratios de mortalidad por encima de 140 muertes por cada 100.000 nacimientos. Las razones de que los embarazos se conviertan en un proceso vital con muchos riesgos tiene distintos orígenes, la mayoría relacionados con la pobreza, la falta de recursos, los recortes en programas de salud de las mujeres, leyes misóginas, la imposibilidad de acceder a aborto, o hacerlo a través del aborto inseguro, el matrimonio infantil y leyes que permiten que se exploten a niñas y mujeres a través de prácticas como la maternidad «subrogada».

Quiero recordar a las casi 300 niñas que fueron secuestradas en Nigeria en 2014, fueron las más conocidas entre miles de mujeres y niñas nigerianas que sufrieron un destino similar, siempre relacionado con la explotación sexual/reproductiva. Seis años después, 112 de las niñas de Chibok siguen en manos de Boko Haram.
#BringBackOurGirls

Teresa Domínguez
“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”

Ref adicional: Imprescindible leer Relativismo moral como complemento sobre la explotación reproductiva en Nigeria