Publicado en Stop Vientres de Alquiler el 3 de septiembre 2018 (modificado)

Teresa Domínguez

Soy madre, radicalmente feminista y abolicionista. Empecé mi activismo en el feminismo a principios de los años 2000, por aquel entonces era secretaria de voluntariado y mujer en la Unión General de Trabajadores. Era muy consciente de la desigualdad estructural que siempre hemos padecido las mujeres. Fui además miembro del Consejo Local de la mujer en el Ayuntamiento de mi ciudad.

Desde que tengo uso de razón, me gusta escribir. Desde hace unos años colaboro como columnista en Nueva Revolución, medio digital sin ánimo de lucro, y escribo sobre feminismo y derechos humanos y como traductora voluntaria. Aunque también lo hago en otros medios como Tribuna Feminista de El Plural, Contrainformación, etc.

La lucha contra la explotación reproductiva se ha convertido para mí, en una batalla personal. La mal llamada gestación subrogada está creando una generación de menores separados de su identidad biológica y genética y además de una clase de mujeres marginadas o en necesidad que se ven abocadas a ser un medio para satisfacer los deseos de terceros. Esto solo puede ser aceptado y aprobado por una sociedad desvinculada de cualquier sentido de la ética, de los derechos humanos, de dignidad o valores. Los seres humanos no estamos en venta.

Ambos se están transformando en mercancías para la venta en el mercado global. Esto solo puede ser aceptado y aprobado por una sociedad desvinculada de cualquier sentido de la ética, de derechos humanos, de dignidad o valores. Todo vientre de alquiler es cruel para los bebés humanos. El argumento de que su versión «altruista» puede ser ética, no se sostiene porque siempre existe una compensación, mediadores y un contrato que priva de libertad a la mujer que dará a luz y exige la separación del recién nacido de su madre cuando cada aspecto, cada célula, cada deseo de ese bebé, está orientado a estar en ese cuerpo, para buscar comodidad y cobijo. Los que defienden una regulación «altruista» solo buscan abrir la puerta a los vientres de alquiler transfronterizos. Estos países, en la práctica, se convierten automáticamente en los mayores consumidores de alquiler de úteros en el extranjero. Y no es más que el paso previo a su versión comercial. Como ya sucede con países tradicionalmente «altruistas» como Canadá o Reino Unido. Usando los mismos argumentos: «permitir y regular la versión comercial proporcionaría seguridad para los derechos de los niños impidiendo que las personas los trajeran del extranjero.»

Nosotras y nuestro cuerpo. Se preguntaba la Senadora norteamericana Kamala Harris aludiendo a un tema como el aborto y extrapolable a los vientres de alquiler ¿Puede decirme alguna ley que otorgue al gobierno el poder de tomar decisiones sobre el cuerpo masculino?.

Cuando los derechos e intereses de los recién nacidos son priorizados y debidamente considerados es obvio que legalizar el alquiler de úteros de mujeres viola directamente sus derechos y va en contra de sus propios intereses.

Creo que mi interés y activismo contra la explotación reproductiva empezó hace unos años, cuando conocí el trabajo de la escritora y activista Rita Banerji, con la que me unen lazos personales. Desde entonces no he dejado de investigar y escribir sobre ese y otros temas en mi blog personal y en el espacio letraescarlata.org donde comparto espacio con otras escritoras siempre desde una perspectiva feminista.

Empecé a interesarme por su actividad en la campaña 50 Milliong Missing, el genocidio sistemático de niñas y mujeres por razón de sexo en India. Un proyecto del formo parte con el fin de conseguir que la Organización de las Naciones Unidas incluya el genocidio de mujeres por razón de sexo, en el Acta de 1948 para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. En tres generaciones han «desaparecido» 68 millones de niñas y mujeres, según los últimos datos de censo. Aniquiladas sistemática y silenciosamente de la población por ser de sexo femenino. El censo de India desde 1986 hasta hoy muestra un patrón de feminicidio que aumenta en función de la riqueza. De hecho, es uno de los países con sexo/ratio invertido, las mujeres representan el 48,4%. India también se convierte en uno de los destinos principales para alquilar úteros. Y como afirma Rita Banerji, en esta entrevista, los vientres de alquiler necesitan ser vistos en el contexto del genocidio femenino. Un negocio basado en un capitalismo exacerbado y construido sobre la supremacía de sexo, raza y clase.

Los vientres de alquiler promueven la hegemonía de lo que la investigadora Sheela Saravanan llama los «pro-natalistas». La hegemonía patriarcal, racista, etnicista, de castas, el sexismo, la genetización, la alienación de la función gestacional, las violaciones de los derechos humanos, el tráfico y la injusticia reproductiva.

Mientras que la sociedad rechaza la eugenesia de los regímenes totalitarios, como en el nazismo, acepta de buen grado la eugenesia liberal, porque quiere hijos o hijas, sanos, bonitos, sin anomalías… Pero además es bastante clasista, por lo general selecciona cuidadosamente los óvulos de mujeres universitarias del primer mundo, y después elige a las gestantes pobres y racializadas. Lo que no quita para que podamos leer en algunos foros como algunos clientes se preocupan por si la madre racializadas podría cambiar el color de la piel de sus bebés. Tampoco se ven ricas pariendo para pobres.

Además empecé a profundizar en la investigación sobre la explotación reproductiva en dicho país, dado que desde 2002, que fue legalizada, hasta 2017 que cerraron sus fronteras, India era conocida como «El útero del mundo», el 70% de su clientes provienen de países llamados «desarrollados».

Mientras se permita la práctica y exista el turismo reproductivo con su correspondiente fraude de ley, el negocio seguirá operando. Decía Rita Banerji, que de qué sirve prohibir en un país si acto seguido el negocio se traslada a los países limítrofes.
Las mujeres incluso son transportadas a otros países para ser explotadas reproductivamente. De hecho, India prohibe la práctica en 2013 a homosexuales y 2016 a extranjeros por casos reportados de muertes maternas, de donantes, por bebés abandonados, granjas humanas, trata.
En 2016 se inicia el proceso siguiendo el modelo altruista de Reino Unido, y a día de hoy, investigadoras como Banerji o Sheela Saravanan, siguen confirmando que siguen ocurriendo violaciones graves de derechos humanos y ética médica en dicho país.
A día de hoy y a golpe de Google, hay clínicas que ofrecen llevar a mujeres Indias a Nueva York. O Mexicanas a California. Da lo mismo, si tu país no lo permite, se mueven a las mujeres por las mismas vías que la explotación sexual o doméstica, que es lo que ha sucedido en esos países.
Mientras que la sociedad rechaza la eugenesia de los regímenes totalitarios, como en el nazismo, acepta de buen grado la eugenesia liberal, porque quiere hijos o hijas, sanos, bonitos, sin anomalías… Pero además es bastante clasista, por lo general selecciona cuidadosamente los óvulos de mujeres universitarias del primer mundo, y después elige a las gestantes pobres y racializadas. Lo que no quita para que podamos leer en algunos foros como algunos clientes se preocupan por si la madre racializadas podría cambiar el color de la piel de sus bebés. Tampoco se ven ricas pariendo para pobres.

La violencia machista, la misoginia, es una «guerra» a la que nos enfrentamos y por la que no podemos pasar de puntillas. La explotación reproductiva es otra forma de violencia contra las mujeres, otra forma de trata, con muchas similitudes con la prostitución, a la que quieren poner el barniz de «legal» a través de regulaciones que solo privan de derechos a madres y criaturas vía contrato.

En 2018 fui invitada a participar en Stop Vientres de Alquiler. Junto a compañeras como Ana Trejo Pulido, su fundadora, Vanesa Rodríguez, Inma Guillén. También formo parte de la Coalición Internacional por la Abolición de la Explotación Reproductiva.

Para nosotras, desde Stop Vientres de Alquiler, y por ende, desde la Coalición Internacional contra la maternidad subrogada, a la que pertenecemos, es una cuestión de dignidad, de ética y de derechos humanos, y solo puede haber una salida, la abolición. Deseamos que España, y todos los demás los países, se mantengan en el camino de la prohibición y que a nivel internacional se promulgue una Convención contra la explotación reproductiva, siguiendo la línea de las convenciones internacionales que prohíben la esclavitud, la trata de personas o el tráfico internacional de menores.
Es lo que Sheela Saravanan llama la «Lucha por la justicia reproductiva.» El el fin de la justicia reproductiva es reducir las desigualdades y no usar las vulnerabilidades de unas en favor de la libertad reproductiva de otra persona. 

Firmante de Feministas al congrego. Integrante de Marea violeta Jerez. Madrina de EnLuchaMujeres y colaboradora de Paz en ConstrucciónSocia de Dimbali Red de apoyo Inmigrantes XRY y de la Asociación para la recuperación de la Memoria Histórica.

Teresa Domínguez

“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”
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