Artículo publicado en Crónica Libre escrito por Teresa Domínguez
«El Hospital Virgen del Rocío frustra la venta de una recién nacida”. «El supuesto caso de vientre de alquiler en Extremadura”. «Detienen a otro hombre por la supuesta compra de un bebé de Don Benito«. «Dos hombres y dos mujeres de origen rumano, acusados de tráfico ilegal o venta de niños y falsedad documental”. Qué diferencia existe entre estos casos, y el de la noticia que ocupa cientos de portadas de medios nacionales e internacionales estos días, salvo que uno haya sucedido en el extranjero y otros en un país donde su práctica no es legal.
Ética y legalmente la gestación subrogada en España se considera una vulneración grave de los derechos reproductivos y “violencia contra las mujeres”, se prohíbe incluso la publicidad, pero sin embargo se permite la inscripción de menores comprados por esta práctica. ¿No es una incongruencia?.
Como afirma el Magistrado Joaquim Bosch, hay un vacío legal sobre esta cuestión, lo cual posibilita que se contrate en otros lugares y, tras el pago del precio estipulado, se puedan inscribir en nuestro país. Y esto es posible gracias a una simple instrucción desde 2010, impulsada por el Partido Socialista. Una instrucción que no tiene rango de ley, y que podría derogarse de la noche a la mañana, pero que sigue vigente a pesar de que las asociaciones feministas llevamos años y años solicitando al Ministerio de Justicia y al Gobierno más feminista de la historia que la derogue.
Países con mejores garantías y mercados de segunda… y tercera
Existen muchos y diferentes mercados en el mundo. En algunos países está permitida y legalizada, como en Estados Unidos, el coste es prohibitivo, pero las contraprestaciones son incomparables, es el destino que ofrece las mejores garantías legales para los compradores con más poder adquisitivo.
Hay mercados de segunda, cuyos costes son más favorables para economías menos favorecidas. Estos empezaron a florecer cuando cerraron las auténticas macrogranjas humanas de madres gestantes en los países asiáticos, en especial India, de hecho India fue considerada el útero del mundo hasta 2017. Destinos como Ucrania, el útero low cost de Europa, donde la guerra ha dejado al descubierto el rostro terrible de un negocio que ya era brutal antes del conflicto, y donde unas 2000 mujeres son explotadas al año.
Y por último están los países, normalmente muy pobres, del sur global, América Latina, África, algunos del este, que no tienen normativa alguna, o empiezan a introducirlas, donde la industria campa a sus anchas y la vulneración de derechos humanos es absoluta con mujeres y menores. Son el auténtico oeste de la explotación reproductiva.
Explotación reproductiva
Pero volviendo a las portadas, poco voy a aportar a la noticia sobre el nacimiento por vientre de alquiler del bebé de Ana Obregón, no es tampoco mi intención entrar en el detalle morboso de los orígenes genéticos de la menor, y de las razones que han llevado a la actriz a tener que recurrir a esta forma de explotación reproductiva, para, como ella misma reconoció en las redes sociales, no volver nunca a estar sola y volver a vivir.
Lo único que diré es que su caso demuestra que es perfectamente posible inscribir una persona como progenitora sin estar genéticamente relacionada con el bebé. Que en la gestación subrogada, no es necesario estar relacionado genéticamente con el menor.
La reacción del Partido Popular
Sin embargo, sí que entraré a cuestionar el fondo de la asunto. Primero, me pregunto por qué ha sido tan viral la reacción, a diferencia de otros casos anteriores, también resulta curioso como incluso dicha repercusión haya causado revuelvo a nivel político hasta el punto de que el Partido Popular, en caliente, se haya animado a pronunciarse al respecto, siguiendo la estela del único partido que se atrevió a presentar un proyecto de Ley en su momento.
Y es que, ahora el partido del señor Feijóo, parece que se abre a regular la gestación subrogada si no conlleva contraprestación económica, y ve necesario abrir un «debate profundo» sobre esta materia. Es decir, el PP ya no cree que la gestación subrogada sea “mercantilizar la maternidad”. Otros, como el señor Almeida, alcalde de Madrid, apelan al bien superior del menor, cuando justifica el diálogo sosegado al respecto, sin entender que los menores son seres humanos objeto de derecho desde que nacen, y que se les niega su derecho a conocer su identidad, sus orígenes, se les viola su derecho humano a no ser vendidos ni traficados, ni convertidos en un producto comercial bajo contrato.
Espejismo de la realidad
Y en cuanto a las mujeres, precisamente porque creo en el derecho a decidir de las mujeres en materia de derechos sexuales y reproductivos, afirmo que la llamada maternidad subrogada niega a las madres el derecho a decidir no solo sobre su propio cuerpo, sino durante el todo el proceso de embarazo. Porque el consentimiento otorgado en un contrato, o en otras muchas situaciones que no voy a especificar, no es más que un espejismo de la libertad.
Señor Feijóo, la subrogación “altruista” no existe. El alquiler de vientres es una práctica que convierte a los menores en objetos de compraventa. Y «compensar gastos» es una fórmula que significa pagar, gastos difíciles de fiscalizar. Incluso si se hace cargo la Seguridad Social, pagamos todos los españoles. De hecho, la base ética de la prohibición de Canadá de prácticas comerciales está fundada en la declaración: «La explotación reproductiva de madres e hijos impide la igualdad de género”, sin embargo, este mismo principio se viola al aceptar los bebés nacidos de la explotación reproductiva en el extranjero.
El eslabón más débil, las madres
No caigamos en la trampa. Y por supuesto, al resto de profesionales, clínicas, médicos, intermediarios, no se les exige altruismo alguno. Sólo al eslabón imprescindible y más vulnerable de la cadena, las madres, generalmente las más pobres.
Es el caso de Irlanda. Reino Unido, Australia, y también en Canadá. Esto hace que el número de candidatas a madres gestantes «altruistas» sea muy escaso. Fuentes especializadas recogen la realidad de que la mayoría busca en el extranjero lo que no encuentra en su país. El altruismo no impide que los nativos sean los que más vientres alquilan en el extranjero. El altruismo solo abre la puerta al turismo reproductivo. Y si la explotación reproductiva de madres e hijos impide la igualdad, prohibámosla.
No seré una mujer libre mientras haya mujeres sometidas. A. Lorde.