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En el marco de la conmemoración por el día por la igualdad salarial entre mujeres y hombres, y con manifestaciones de pensionistas recorriendo todo el país pidiendo justicia y pensiones dignas, la plataforma andaluza de apoyo al lobby europeo de mujeres, PALEM, está llevando a cabo las IX jornadas, en Huelva, Chiclana y Córdoba, junto al Instituto de la Mujer, para abordar la situación actual respecto a la brecha salarial, la división sexual del trabajo, la violencia económica contra las mujeres y el papel de los agentes sociales ante esta realidad económica y laboral de las mujeres.
En 2009, el 12 de febrero, el Parlamento Andaluz aprobó por unanimidad el reconocimiento del #22F como «Día por la igualdad salarial entre mujeres y hombres» que nació a raíz de un estudio realizado en el Parlamento Europeo e impulsado entre otras europarlamentarias por Elena Valenciano. Esta fecha concreta nace a raíz de un estudio a nivel europeo en el que se señalaba que las mujeres tenemos que trabajar 54 días más para igualar los sueldos anuales de nuestros compañeros en el mismo puesto de trabajo. En 2010, el 26 de febrero, el Consejo de Ministros acordó promover el reconocimiento del «Día Internacional por la igualdad salarial» con el fin de conseguir no solo el reconocimiento del día internacional, sino el fin de la misma brecha salarial.
En la Resolución del Parlamento Europeo de 2008, se especificaba que el salario medio de las mujeres es inferior en un 15% al de los hombres, y hasta un 25% en el sector privado, equivalente el 4% y el +25% de los estados miembros. Una diferencia salarial que no solo se determina en retribución bruta diaria, sino que tiene en cuenta factores como los complementos salariales individuales, la clasificación profesional, la organización del trabajo, la experiencia profesional y la productividad. Y de ahí la reflexión de Elena Ruiz Ángel, Directora del Instituto Andaluz de la Mujer, que hacía hincapié en la valoración de estos complementos y su consideración. Desde entonces la brecha salarial no ha dejado de crecer.
Estamos en un país donde los contratos a tiempo parcial en su mayoría, el 70%, son ocupados por mujeres. Un total de 2,05 millones de puestos. Los hombres apenas ocupan 776.000 empleos de este tipo. En el que el 63% de los contratos indefinidos en 2017 fueron a parar a manos del sector masculino. En el que las trabajadoras del hogar en su mayoría aún no están incluidas en el Régimen General de la Seguridad Social, en el que los trabajos dedicados al cuidado de los niños o de personas mayores, dependientes, labores del hogar, también recaen en su mayoría en manos de las mujeres, (en dependencia recordemos el cambio legislativo del Gobierno respecto a las personas cuidadoras) sin haber conseguido que éste se compute en el PIB, mientras sí computa la prostitución de mujeres y niñas.
El martes, en Chiclana tuvimos la oportunidad de escuchar a sindicalistas disertando sobre la figura de Flora Tristán, como mujer impulsora del sindicalismo de clase y sobre los derechos laborales de las trabajadoras. También se trató el tema «La pobreza mata», en especial sobre la situación socio laboral de las mujeres, (aquí pueden ver el programa) pero sin duda uno de los momentos más esperados fue la intervención de Ana de Miguel Álvarez, profesora titular de Filosofía moral y política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Escritora comprometida con el feminismo. Ana ha publicado numerosos tratados sobre autores clásicos de la teoría feminista y sobre estudios de la reproducción de la desigualdad sexual en las sociedades formalmente igualitarias. Libros tan reconocidos como «Feminismo y juventud en las sociedades formalmente igualitarias», «La prostitución de mujeres, una escuela de desigualdad humana» o «Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección» en 2015.
«El feminismo es una filosofía completa de la vida» Ana de Miguel
Ana de Miguel se centró en la «Conceptualización del trabajo cuando lo desempeñan las mujeres«. Remarcó la diferencia entre el trabajo de la esfera pública y la esfera privada y su visión en la historia. El concepto de trabajo «productivo», frente a la «improductividad» del «no trabajo». «No será hasta que los hombres asuman la «esfera privada» que no alcancemos la igualdad real y efectiva«.
«¿Cómo vamos a llamar a los cuidados?« ¿Qué vamos a hacer con los cuidados? se preguntaba la filósofa, «a lo que no podemos renunciar como especie humana«. Porque el ser humano nace y muere vulnerable muchos años de su existencia. Criar hijos e hijas, personas enfermas, discapacitadas, ancianas, lleva muchos años de cuidados enormes. Hace 200 años que nuestras hermanas decían:
«Queremos cambiar el destino de nuestra vida»
Los hombres nunca dijeron esto en conjunto, salieron como movimiento obrero, junto con las mujeres, para decir que querían mejores condiciones económicas, una mejor distribución de lo producido, producir menos tiempo, pero nunca salieron para decir «Pero qué vida tienen nuestras mujeres».
«Nuestra sociedad tiene que reconocer que lleva años drogando a las mujeres»
Continuaba Ana explicando que la razón de las mujeres siempre fue hacer la vida de los hombres fácil y agradable, siempre y en todo lugar. Y para lo que debían ser educadas las niñas desde la infancia. Y eso ha marcado siempre el destino de estas.
“Para descolocadas nosotras”
Los nuevos nichos de trabajo. Nunca se ha reconocido como trabajo lo que las mujeres han hecho de puertas para adentro, la «jornada interminable». Sin embargo hoy se habla de las trabajadoras sexuales. A la Unión Europea no le ha costado nada reconocer a la prostitución como trabajo, y se preguntaba la escritora: «¿A qué llamamos trabajar? ¿A chupar las partes… de los hombres en los burdeles?».
«Se está llamando trabajo a la prostitución.. en qué consiste ese «trabajo» y si es necesario para la comunidad humana que haya personas que cumplan esa función «tan importante» para el progreso de la humanidad».
Ana de Miguel explicaba las últimas teorizaciones en Universidades sobre nuevos nichos laborales interesante para las mujeres. La compraventa de leche, la prostitución, el porno, la venta de óvulos, la llamada «gestación subrogada», los vientres de alquiler… «Sesudas profesoras de Universidad dicen que esto es parte de la «bioeconomía». No es solo que quieran convertir a las mujeres en productoras de leche para comercializarla, óvulos, etc… sino que nos quieren convertir en fábricas de seres humanos.»
“Volver al feudalismo»
Lo llaman «la bioeconomía» para dignificarlo, sin embargo, explicaba De Miguel, es volver al feudalismo. «Volver a cuando las personas no éramos trabajadores, sino éramos cuerpos al servicio del placer y el proyecto de vida de otras personas.» Explicó que si bien el marxismo analizaba cómo el capitalismo explotaba nuestra fuerza de trabajo, ahora, la llamada economía reproductiva no es otra cosa que explotar las meras funciones biológicas de una mujer.
«Podrían estar en coma mientras lo hacen»
«Hasta aquí hemos llegado» Ana de Miguel
Teresa Domínguez
“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”