Sofia ya sabia lo que era el maltrato desde la tripa de su madre, no porque entendiese lo que era, si no porque la figura de aquella tiritaba como una bandera al viento y la hacia temblar a ella también; Aquel cuerpo pequeño, que era todo barriga, se estremecía y temblaba en lo mas profundo, hasta el mismísimo vientre.
Sofia sentía también, como su madre ejercía muchas veces de escudo para proteger con su diminuta estructura a su hermano y a ella, ante aquel sonido ensordecedor que era el cinturón silbando.
Cuando ella nació, por un tiempo las cosas fueron mas tranquilas aunque Sofia que solo era un bebe, no recordaba las borracheras, las palizas casi diarias, los insultos, ni las amenazas…
Centrada en dibujar y leer, Sofia creció y empezó a descubrir como la vida se hacia mas oscura, mas difícil; Su madre cada vez era mas pequeña y gris, mas encorvada, se preguntaba, si aquella mujer habría conocido la felicidad alguna vez…
La rutina estaba plagada de normas: Estar en casa a la hora, no hacer ruido, comer en silencio, en definitiva ser imperceptible, poco bastaba para encender la ira de su padre, como era habitual.
El dinero en aquella casa siempre era escaso y su padre montaba en cólera, cada vez que se le pedía un poco, todo era para el, para beber.
Sofia vivía con el consuelo que era dibujar mundos insondables, de criaturas infinitas, llenas de color, de aquellas pinturas mínimas que había heredado de su hermano Miguel, El era su tabla de salvación, su caballero de blanca armadura, un niño dulce, calmado y silencioso, que había parado por ella mas castigos de los que podía recordar…
La desgracia llego, como siempre suele llegar, cuando no te la esperas y en la diminuta fiesta para 3 por el 17 cumpleaños de Miguel aterrizo en aquella casa, Sofia conserva imagenes, a su padre completamente borracho soltando puñetazos, la sangre en la cocina y las lagrimas de su madre, recuerda también a su hermano pidiéndoles escapar de alli.
Miguel se fue, harto de una vida que no era vida, cansado de la desolación que era aquella casa.
La vida cambio ese día para Sofia, nada seria igual, aquel monstruo que era su padre,se alimentaba de cualquiera diminuto momento de felicidad, era cada vez mas insaciable… mas irascible y mas violento, por el contrario su madre, la que era su mundo, era ya una diminuta mota de polvo y a Sofia se le presentaba como un jarrón de cristal a punto de romperse.
Ella vivía, estudiaba y pasaba la vida en aquella casa como un fantasma vagando por un hospital encantado, entre etérea e invisible, conociendo solo como horas de paz, aquellas en las que el monstruo trabajaba, eso si, se sentía libre pintando, de las ceras paso a las pinturas de madera, al oleo, a la acuarela, pintaba sobre pájaros que huían lejos, que escapaban de ese mundo, morados, azules, verdes, rojos… con enormes alas y pequeñas pero todos salvajes, lo que soñaba para si.
Ya en edad universitaria, Sofia trabajaba para poder estudiar como camarera, deseaba diseñar, aquellos pájaros salían de su cabeza a todas horas y no quería irse a estudiar fuera y abandonar a su madre y a su hermano, así que decidió vivir en la ciudad.
Así fue conoció a Tony y así fue, como la historia volvió a repetirse, Sofia se enamoro del fiel reflejo de su padre.
Al principio fue amor, romanticismo y flores, después ya comenzaron las revisiones al móvil, a coger las cartas de su hermano, los celos a todas horas, los “no vales para nada” que tantas veces escucho en su infancia y el aislamiento de todo. ¿y como descubres que algo anda mal, si lo has vivido toda tu vida?
Sofia dejo de estudiar porque era tonta y dejo de trabajar porque era inútil, aquellos paisajes llenos de color, se convirtieron en blanco y negro y los pájaros,antes liberados volvieron a sus jaulas de frio metal, aquella maldición que era el maltrato se pego a ella como un chicle a un zapato…
El primer golpe llego por una comida fría y le siguieron muchos mas, entre lunas de miel, lloros y promesas de no lo volveré hacer, se quedo embarazada. Un día la paliza fue tal que creyó morir y con ella su hijo, su vecina que escuchaba todo lo que ocurría a través de aquellas paredes finas como el papel llamo a la ambulancia y los médicos a petición de Sofia buscaron a su hermano.
Miguel no preciso que su hermana le dijera que ocurría, ni necesito tampoco que su vecina lo confirmase, viéndolo lo entendió todo y ambos le pidieron a sofia denunciar.
Ella, como su madre tiempo atrás, tampoco quiso, tenia miedo, no quería enfrentarse a el, ambas conocían el mismo terror.
Su hermano sin embargo, si lo hizo, la vecina lo hizo, los médicos lo hicieron por ella, Sofia no se sintió sola nunca mas, respaldada por los suyos y por la sociedad aunque temblando de terror, salio de aquella casa para no volver, con los gritos de Tony de “te matare si me dejas” atronando tras de si.
Poco a poco descubriría que por desgracia, no era la única, que no era su culpa, que no lo merecía y como había normalizado una vida de maltrato.
Sofia fue madre y a pesar del miedo, de las dudas, todo fue bien, tenia a su hermano y a su hijo, la vida volvió a ella, como el color y los pájaros volvieron a sus paisajes, esas aves azules, verdes, morados, que volaban lejos y así, con ellos, una Sofia libre, también voló.