Publicado en Nueva Revolución
Esta columna está escrita con fragmentos originales de conversación con Karim, joven palestino desde Gaza (nombre ficticio para proteger su identidad).
¿Dónde está el mundo? ¿Por qué el silencio?. ¡Oh Mundo!. Los palestinos sufrimos a causa de Israel. El mundo entero duerme tranquilo pero Gaza duerme al son de los bombardeos.
Gaza de nuevo está siendo atacada por Israel, me escribió el pasado 17 de junio, desesperado, un mensaje escueto: «#GazaUnderAttack now @letra_escarlata».
No es una escena de una película de acción, es una escena habitual en las diferentes guerras con nombre sofisticados, contra Gaza. La eterna agresión israelí a los palestinos. Una cárcel a cielo abierto. Cuyo firmamento brilla por los constantes ataques de los misiles contra su gente. Bombardeos que tienen como objetivo no solo los puntos estratégicos, para «defenderse», sino calles, negocios y hogares de ciudadanos. Los años de emergencias y crisis humanitaria han agotado la capacidad de resistencia de los dos millones de palestinos de Gaza.
Es el trauma físico y psicológico para un pueblo devastado, para las madres, para sus hijos, para unos jóvenes que no ven futuro alguno, para los niños que ya ni saben jugar en las calles. ¿Por qué Israel está matando a niños inocentes? Se pregunta. ¿Qué han hecho estos niños? Israel bombardea casas estando sus propietarios dentro. Israel mata a niños inocentes, los niños son asesinados. En Gaza la muerte está por todas partes. ¿Qué pecado han cometido? ¿Por qué los niños de Gaza viven guerras y los niños del mundo viven en paz? Me pregunta una y otra vez. La normalización de este terror que viven cada día, afirma, es una traición.
La mayoría de menores del mundo viven su vida con amor y disfrutan jugando, esto depende del entorno que los rodea. Pero en Gaza, el niño no conoce el amor, no recibe una buena nutrición, ni una buena educación. En realidad, la infancia en Gaza no tiene sentido a la luz de las guerras, la pobreza y el hambre. Trabajan por comida y son maltratados. No tienen infancia, continúa, no hay vida.
En Gaza no se cumplen los sueños. Afirma. Día y noche, desde que Karim tiene uso de razón, ve a muchas criaturas que duermen en las calles. Las familias comen lo que pueden, por falta de alimentos debido a las difíciles y trágicas condiciones en las que viven. En estas familias, la inseguridad alimentaria, el agua y los cortes de la electricidad son una preocupación habitual.
Karim nació en septiembre, es un chico normal, con inquietudes, nadie aprecia el talento de los jóvenes en Gaza y sus habilidades, se queja. Sólo tenía 17 años, cuando hablamos por primera vez, fue en tiempos de la llamada «Operación Margen Protector» en 2014, otra «acción militar» israelí contra los palestinos. Hacía dos años que la Franja de Gaza fue duramente bombardeada en el marco de la Operación Pilar Defensivo en la que más de 150 palestinos murieron y 1.200 resultaron heridas. En julio de 2014 comenzó un nuevo asalto a la Franja en la que fueron asesinados cerca de 2.000 palestinos, la gran mayoría civiles, frente a setenta israelíes.
«Por la noche, no podemos dormir, estamos asustados. Y cuando dormimos, no sabemos qué nos va a pasar».
Karim es licenciado en Servicios Sociales, es un buen estudiante, aún no ha terminado la carrera, se retrasa, eso le pasa a muchos jóvenes, debido a las condiciones psicológicas y económicas en las que viven. Ahora tiene casi 24 años, y las cosas no cambian. Bombas por doquier, el miedo está en todas partes. Además le cuesta leer, está casi perdiendo la vista. Tampoco sabe cómo dormir. Hoy viven los momentos más duros, más duros que cualquier guerra anterior, eso me cuenta. Más duros incluso que en la guerra de 2014. Hace unos días estaba muy asustado, tenía miedo de morir. Tenía miedo de no despertar.
Esperan la muerte en cualquier momento, no es posible describir cómo se sienten, me dice. Esto no es vida. La muerte está en todas partes. «No hay seguridad ¿Sabes?» «Espero ser un hombre de provecho, ¿Sabes?» «Nunca he vivido mi vida, ¿Sabes?». Y siento una profunda desazón, no sé qué decir, no encuentro palabras de consuelo, ni de aliento. Solo siento impotencia.
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Su infancia fue pésima, tuvo muchos accidentes. En realidad, no recuerda nada agradable de su infancia. Está estudiando una carrera que le encanta (salud mental comunitaria). La estudia, para ayudar a las personas, a su comunidad. Pero por las condiciones en las que viven, y por estar sometido a circunstancias fatales todo se ha ido demorando. Tiene grandes ideas que podrían ser útiles a su gente. De hecho, ha escrito un guión para una película sobre la problemática de enfermedad mental pero no encuentra los apoyos necesarios. Todo es muy complicado. Por eso se lamenta, tampoco encuentra a nadie que esté a su lado y que apoye sus ideas, sus proyectos.
Sufre de depresión y desesperación y no puede convertirse en un hombre próspero como quisiera por las condiciones en las que vive. La salud mental se está convirtiendo en un problema endémico en Gaza. Karim, como tantos otros chicos y chicas, son jóvenes que han sido testigo de la muerte y la violencia, a lo largo de toda su vida, y han desarrollado estrés postraumático, trastornos de ansiedad y tampoco reciben tratamiento.
Dice que Gaza es hermosa cuando está en calma, se recrea en cada palabra para describir como ama a su tierra, su mar, pero al instante cambia de registro y afirma que en este momento no hay vida en ella por la guerra, el hambre, la pobreza, y la mala situación económica.
«Hay gente muerta caminando por las calles»
Y empieza a desgranar el grave problema que despunta y se cobra demasiadas vidas: Los jóvenes se están suicidando por la falta de trabajo, por desesperanza. «Hay gente muerta caminando por las calles«, una metáfora que explica bien la situación que viven. Se calcula que el 38% de los jóvenes de la Franja han considerado el suicidio al menos una vez. El suicidio de jóvenes se está volviendo demasiado común en Gaza. Por otro lado, los jóvenes también mueren en el mar, porque tratan de salir de la miseria y de la muerte, a través de la inmigración ilegal, y acaban siendo engullidos por el mar.
La juventud debería ser la esperanza, es un poderoso factor de desarrollo y cambio en el mundo, la fuerza del progreso, la riqueza más preciosa y la mano de la construcción. Me explica, además, que son el escenario de la fuerza y la entrega. Pero desgraciadamente, los jóvenes gazatíes no tienen la oportunidad de hacer nada. No pueden vivir y amar como los demás. Están obligados a vivir una vida dramática. Y me cuenta algunas experiencias personales cercanas, algunos jóvenes no tienen otra salida que quemarse vivos, ahorcarse o exponerse a enfermedades mentales hasta que su vida termina. La alta tasa de suicidios entre los que se suponen son los más esperanzados y llenos de sueños, muestra lo sombrío de la situación.
La juventud es capaz de cambiar el mundo, pero a veces el cambio es imposible cuando la muerte se convierte en la única salida. En Gaza no hay impas, la muerte se vuelve omnipresente, no hay seguridad, el miedo está en todas partes, no se puede describir por la oscuridad y impredecibilidad de los acontecimientos. No hay vida en tiempos de guerra, no hay vida cuando te privan de todo. «Esperamos morir en cualquier momento y nuestras vidas y nuestros recuerdos llegan a su fin.«
En cuanto a su familia: hoy todos viven en malas condiciones debido a la difícil situación que sufren todos los habitantes en la franja. Hace poco me mostró las fotos de la casa de su hermano. Un apartamento que fue bombardeado hace tan solo unos días, las imágenes son impactantes, destrucción, fuego, toda la familia estaba en casa, están vivos de milagro, están mentalmente abatidos, fueron bombardeados al azar, al menos nadie murió. «Así son nuestras vidas. Nadie está con nosotros. El mundo no está con nosotros.«.
El bombardeo ha cesado un instante, pero su psique está rota. El problema es que está cansado de la vida. Su mente va a explotar, dice, está incómodo. No puede soportar cada día todas las escenas de muerte y destrucción, no puede pensar en ello, sin embargo, las imágenes se siguen sucediendo en su cabeza, vienen y van, no las controla, desde el último bombardeo. Así una y otra vez. Y me las relata. Recoge imágenes de su amada tierra, las comparte, con la esperanza de que el mundo despierte, pero el mundo parece ocupado en sus problemas. «Perdóname, estoy distraído, todavía estoy conmocionado por lo ocurrido, ahora estoy cansado…«.
Karim es una gran persona, llena de ternura, amable, inteligente y agradecida. Habla de manera irregular, repetitiva y angustiada, que es lo que talvez transmita esta lectura, cuenta la historia a trozos pequeños, como un puzzle que tengo que ir colocando lentamente en el lugar correcto, con algunas piezas perdidas. Está conmocionado, quizá es una conmoción perenne, que se va enlazando.
«La verdad es que estoy psicológicamente devastado.»
Llevamos ocho largos años manteniendo contacto, conversaciones, «cartas desde Gaza», resultan curiosas las relaciones humanas. Seguía diciéndome que nadie le escuchaba a él, a ellos. Y que los jóvenes se están suicidando en la Franja y que a nadie le importa. Jóvenes educados y con talento que no tienen oportunidades, prácticamente ya sin sueños. Me manda una foto del mar de Gaza, y me explica que el mar no es apto para nadar, está sucio, las aguas residuales se vierten dentro, y Gaza es inhabitable. Tampoco los dejan pescar. Y además los acusan de terrorismo, los asesinan.
Israel lanza nuevos misiles esta noche, cada noche, misiles más destructivos, la vida es muy difícil en Gaza. Los jóvenes se suicidan, me repite. Se ha esforzado por escapar de su vida. No le gusta hablar así, porque no quiere que nadie lo vea como una persona débil. Es una persona con formación, tiene proyectos, quiere servir a su comunidad, pero no hay posibilidades.
«Estamos muertos, he pensado en el suicidio«.
Está deprimido, quiere relajar su mente, no quiere pensar en el futuro, en el trabajo, en la vida, quiere descansar. Al mismo tiempo, no quiere la compasión de nadie. Se ha hecho daño más de una vez, sólo para dejar de pensar. Es la primera vez que habla con alguien así. Porque no quiere la compasión de nadie, quiere hacer lo imposible, trabajar. Aunque no hay trabajo, ni vida en Gaza, pero él se da esperanzas. Luchar por mantener la esperanza de un futuro libre de violencia y lleno de oportunidades.
Karim sufre y vive con dolor, muy diferente de los que ven el dolor y no lo sienten. «Vengan a Gaza y lo véanlo con sus propios ojos.« Dice que la muerte es su consuelo. La muerte es lo correcto en este caso. Y prefiere morir. Para muchos jóvenes la muerte se ha convertido, por desgracia, en una sombra constante sobre sus vidas. Y como resultado, los jóvenes están cada vez más desesperados.
«No quiero nada de nadie, no acepto la compasión de nadie, no quiero que me malinterpreten, por favor, no me gusta hablar de esto. Pero a nadie parece importarle, estoy muy cansado, mis manos están deformadas. Soy una persona educada, lo siento, no quiero molestar con nada, solo quiero un futuro libre de violencia y lleno de oportunidades. Pero ¿Dónde está el mundo? Por qué el silencio. ¡Oh Mundo!. El mundo entero duerme tranquilo, pero Gaza duerme al son de los bombardeos.»