Acto de Marea Violeta donde se da lectura a este artículo.
Las múltiples caras de la violencia machista empiezan por el que agrede y termina en numerosas ocasiones por el que juzga:
«Los jueces de ‘La Manada’ condenan sólo por «maltrato ocasional» a un hombre que acuchilló y trató de asfixiar a su mujer.»
«La Audiencia de Lleida absuelve a 2 hombres de violación y los condena por abusos. El tribunal alega que aunque la víctima lloró y pidió que parasen, los agresores no usaron violencia o intimidación. «si bien lloraba y les decía que no… no fue capaz de expresar su negativa de forma física».
El tribunal de ‘la Manada’ no creyó la versión de una mujer que denunció que su pareja la violaba sistemáticamente. Le condenaron a 10 meses de cárcel por pegarle puñetazos, pero le absolvieron por agresión sexual pese a que la Fiscalía reclamaba para él 10 años de cárcel y una condena anterior por violar a otra mujer. El mismo juez Ricardo González estimó relevante que no quisiese denunciar y «acabase consintiendo, aunque no le gustasen, las penetraciones anales para no soportar discusiones, insultos y golpes».
¿Por qué la mayoría de las mujeres que sufren agresiones sexuales no lo cuentan? ¿Por qué no denuncian? ¿En qué consiste una agresión sexual en nuestra imaginación y en la realidad? ¿Por qué nos cuesta creer a las víctimas de violación? En una charla conmovedora, «Negociar sexo por vida» Inés Hercovich socióloga, psicóloga, experta en violencia sexual, cuenta lo que aprendió en sus investigaciones. ¿Por qué vuelvo a traer a Inés a esta columna? Porque su testimonio es imprescindible para entender ciertas reacciones de víctimas de agresión sexual.
En estos días se han venido celebrando en Jerez unas interesantes jornadas de formación jurídico-sociales destinadas a alumnado universitario, profesionales, asociaciones, ONGs y ciudadanía. Han sido organizadas por la Delegación Municipal de Igualdad y Salud, el Seminario permanente contra la violencia de género de la Universidad de Cádiz y el Colegio de Abogacía de Jerez. Violencia machista, avances y retos dentro de las actividades que se enmarcan en los distintos actos de cara al 25 de noviembre, Día Internacional contra la violencia sobre la mujer.
A las jornadas jurídicas se han dado cita numerosos ponentes relacionados con el espacio judicial y docente. Entre otras intervenciones, María Acale Sánchez, Catedrática de Derecho Penal de la Universidad de Cádiz, habló sobre la reforma de los delitos de agresiones y abusos sexuales: la despenalización del comportamiento de la víctima y la formación judicial en materia de género, con un momento muy emotivo al pedir perdón a las víctimas de violencia sexual, entre otras a la víctima de la manada.
Con la proyección de «Chicas Nuevas 24H», un documental de Mabel Lozano, se presentó otra de las caras de la violencia machista. ¿Qué modelo de sociedad queremos? Se preguntaba la directora y guionista. Que finalizó con un profundo e interesante debate sobre prostitución y trata, en el que participaron activamente los asistentes, en especial los jóvenes universitario.
María Doña sobre las denuncias que las mujeres no ponen: «El miedo supera todo».
Los representantes de las fuerzas del estado también tuvieron su presencia en las jornadas, explicaron el protocolo de coordinación interinstitucional en materia de violencia de género. Pero quizá el momento más emotivo fue escuchar el testimonio de una mujer superviviente de violencia machista, María Doña, que comenzó recordando a todas las víctimas asesinadas. Hablaba de casas de escondidas en vez de acogida, que pedía a todos los estamentos que escucharan a las mujeres, porque «somos la materia con la que trabajan todos ustedes«. En algo coincidieron todos, que a las mujeres no se las podía obligar a denunciar y que los hijos debían ser considerados también víctimas de la violencia machista.
«La existencia de un vínculo previo con el atacante agrava las consecuencias del hecho: obstaculiza la denuncia por la probabilidad de venganza; reduce la posibilidad de identificar el ataque como una violación ya que se dificulta dar crédito a la percepción y la capacidad de comprensión.» José María Gómez Villora, Magistrado -Juez del Juzgado de Violencia sobre la Mujer Número 1 de Valencia
Jose María Gómez Villora desveló al auditorio (vídeo II) parte de las conclusiones que se aprobaron en octubre en el congreso sobre las violencias ejercidas contra la mujer, «violencia de género y violencia doméstica», en Madrid, y apuntó la necesidad de desterrar ciertos mitos anclados y estereotipados en la sociedad sobre agresiones sexuales (minuto 59) como son:
- Las lesiones de tipo vaginal en agresiones sexuales, o defensa.
- Que la víctima de agresión sexual se tiene que encontrar anímicamente deshecha
- Que solo son víctimas de agresión sexual las mujeres y hombres jóvenes y atractivos.
En la práctica, afirmaba, ninguna de estas afirmaciones corresponde a la realidad. «Al analizar algunas resoluciones judiciales se expone que no es necesario que exista esa lesión como dato objetivado«, porque puede haber violencia sexual sin que haya lesiones, más aún en el ámbito de la pareja, dónde hay connotaciones que hacen distinto este delito, a situaciones en la que dos personas no se conocen. En segundo lugar «tampoco es necesario que la víctima presente una afectación psicológica particularmente grave», y en cuanto al tercer punto, la franja de edad de mujeres violadas; «abarca franjas de niñas víctimas desde pocos meses, a víctimas de más de 90 años». Y por tanto tampoco se podía establecer ese parámetro. En cuanto a la afectación, destacó como anécdota, las denuncias de mujeres extranjeras, en especial mujeres del este, y la llamativa frialdad con la que relatan los hechos de violencia, el maltrato ordinario, y las agresiones sexuales, (SIC) «como si no fuera con ellas«.
Respecto de la oposición de la víctima, aludiendo a la «sentencia famosa» de la manada (mn 1h:10) afirmaba que respecto a la sentencia mayoritaria, se alude a este hecho en base al informe de los médicos forenses sobre la circunstancia de que «no son exigibles la existencia de lesiones para llegar a la conclusión de que se ha producido un abuso sexual», y también expuso algo que le llamó la atención e incluso puso en duda:
Los forenses llegan incluso a establecer tres posibilidades de actuación de una víctima de agresión sexual:
- La 1ª sería una reacción reactiva de lucha y defensa, petición de ayuda.
- La 2ª una reacción de pasividad, ya sea con rigidez o relajación.
- Y la 3ª la de acercamiento y amistad con el agresor para evitar males mayores y termine cuanto antes.
Y es ahí que considero imprescindibles las palabras de Inés Hercovich. El magistrado afirmaba que si se entra en la base de datos del Consejo General del Poder Judicial, estas sentencias se dan, «hay mujeres que se resisten de una forma activa y lucha con su violador, otras por el contrario mantienen una posición de pasividad, para evitar un mal mayor», sin embargo, Jose María Gómez Villora, recordemos, Magistrado Juez de Violencia sobre la mujer del juzgado Nº1 de Valencia, vio más discutible la tercera, la del acercamiento y amistad para evitar males mayores y terminar cuanto ante.
Inés Hercovich apunta en su ponencia, a la culpabilización de las víctimas, «ella se lo buscó». Como no hubo forcejeo, esto quiere decir que ella no resistió, esto quiere decir que ella consintió. Si se lo buscó, y «consintió», «¿De qué violación me hablan?». ¿Les suena? Todos tenemos estos argumentos en la cabeza dice la experta en violencia sexual. Bajar el volumen a ciertas partes del relato y subirlas a otras. Porque la mayoría de las personas piensan que la violación es un tramite violento, que dura unos minutos, y no la relación de toda una noche que termina en una violación.
Cuando Ana vio que su «no» era inútil, hablo bien a su agresor, trató de no exacerbar su violencia, le habló como si todo fuera normal para no despertar en él, el miedo que ella pudiera denunciarle. ¿Todo lo que hizo ella no es resistir? No, «no lo es para casi todos nosotros«, afirma la psicóloga, «porque no lo es para la ley«. En muchos países los códigos siguen pidiendo que la víctima, para probar su inocencia, presente marcas en el cuerpo, que atestigüen que ella sostuvo una lucha tenaz y constante. Sin embargo, en la mayoría de los casos judiciales, no hay marcas.
Lo que hacen las mujeres en esos momentos es negociar, negociar sexo por vida. Le piden al agresor que termine rápido. Se someten porque temen por sus vidas.
«Si vamos a seguir esperando que las violaciones sean lo que muy raramente son, un depravado de clase baja, y no un joven universitario o un empresario que sale de fiesta. Si vamos a seguir esperando que las victimas sean mujeres modestas y recatadas, que se desmayan en la escena y no mujeres seguras de sí mismas…. vamos a seguir sin poder escuchar. Las mujeres van a seguir sin poder hablar, y vamos a seguir siendo todos responsables de ese silencio y soledad.«
Dice Jose María Gómez Villora que le parecía excesivo actuar así en una situación tan «sumamente traumática». Y es ahí dónde invito no solo a su Señoría, sino a todos a volver a escuchar la charla conmovedora de Inés Hercovich, para tener una idea más clara de cómo son estas situaciones y las decisiones difíciles que las mujeres toman para sobrevivir. Una oportunidad para comprender incluso lo incomprensible, nuestros prejuicios. No solo duelen los golpes, también duelen las sentencias.
“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas»
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